lunes, 16 de febrero de 2009

Cambiar de aire

Nunca le decía "jale al cine", ni "te invito a comer". Sus planes eran muy diferentes a los de todos los demás.

"jale a pegar tour por chepe",

"vamos al parque Bolívar",

"tenemos que ir a tomar fotos",

" vamos por un fresco de tamarindo".


Había intereses en común, el carácter y el sentido del humor era parecido. Todo se veía bien.

Pero, había algo que no funcionaba, y eso hacia que todo lo demás se desvaneciera rápidamente.

Ella no le veía futuro, pero la idea le atraía. Sabia que no tenia sentido sentirse atrapada por su forma de ser, pero de alguna forma se sentía envuelta en ese pensamiento.

No era amor, ese tren todavía no había llegado, era como una brisa que refrescaba, que relajaba, que le gustaba.

Le gustaba como para encontrarla de vez en cuando, para aprender de ella y sentir como esa brisa le resolvía el pelo y los pensamientos.

Al mismo tiempo no quería... nada. No quería encontrar nada que le recordara aquella brisa pasajera, que aparecía cada vez que le daba la gana. No quería disfrutarla y luego ver como partía.

Era una brisa caprichosa, ocupada y cobarde. Pero al mismo tiempo era una brisa que la seguia, desde lejos y con miedo. Tenia miedo de sentir más, de necesitar, de irse y extrañar. Por eso nunca se quedaba lo suficiente, se iba sin mirar atrás, aunque se muriera de ganas de hacerlo, se iba con la esperanza de que al volver ella todavia la sintiera y sonriera.

Pero las brisas son brisas, y las ellas son ellas, y al final, sea por capricho o sea por necesidad las ellas casi siempre necesitan cambiar de aire.

mafalda

mafalda
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